MANIFIESTO DE VERONA
El Manifiesto de Verona, declaración programática del PFR, fue aprobado en el congreso del mismo en Verona el 14 de noviembre de 1943.
Los 18 puntos
En materia constitucional interna:
1. Se convocará la Asamblea Constituyente, poder soberano de origen popular, para declarar la abolición de la Monarquía y la condena solemne del último Rey por traidor y desertor, y, una vez proclamada la República Social, nombrará su Jefe.
2. La Asamblea Constituyente estará formada por representantes de todas las asociaciones sindicales y circunscripciones administrativas, comprendidos los representantes de las provincias invadidas, por medio de las delegaciones de los refugiados en el territorio libre.
Debe comprender, además, las representaciones de los combatientes, de los prisioneros de guerra, a través de las minorías de repatriados; de los italianos en el extranjero, de la magistratura, de las Universidades o las de cualquier otra corporación o Instituto, cuya participación contribuya a hacer de la Asamblea Constituyente la síntesis de todos los valores de la nación.
3. La Constitución republicana deberá asegurar al ciudadano –soldado, trabajador o contribuyente– el derecho de control y responsabilidad crítica de los actos de la administración pública. Cada cinco años, el ciudadano será llamado a pronunciarse sobre la elección del Jefe de la República.
Ningún ciudadano, por flagrante delito o por medidas preventivas, podrá permanecer más de siete días detenido, sin la correspondiente orden judicial. Salvo el caso de flagrante delito, también para cualquier registro domiciliario será preciso una orden judicial.
En el ejercicio de sus funciones, la Magistratura actuará con plena independencia.
4. El resultado de la experiencia electoral efectuada ya en Italia, así como la en parte negativa experiencia respecto a los procedimientos de elección, demasiado rígidamente jerarquizados, facilitan una solución que concilia las opuestas exigencias. Un sistema mixto (por ejemplo, elección popular de los representantes de la Cámara y elección de ministros por el Jefe de la República y del Gobierno, y, en el Partido, elecciones del Fascio previa ratificación y elección del Directorio por el Duce) parece el más aconsejable.
5. La organización competente para la educación del pueblo en los problemas políticos es única.
Dentro del Partido, integrado por combatientes y simpatizantes, debe existir un organismo de absoluta pureza política, digno de constituirse en salvaguarda de la idea revolucionaria.
No se exigirá el carnet para ningún empleo o cargo.
6. La Religión de la República es la Católica, Apóstolica y Romana. Será respetado cualquier otro culto que no se oponga a las leyes.
7. Se considera extranjeros a las personas pertenecientes a la raza hebrea. Durante esta guerra se les considera como pertenecientes a nacionalidad enemiga.
En política exterior:
8. El fin esencial de política exterior debe ser la unidad, la independencia y la integridad territorial de la patria en los límites marítimos y alpinos señalados por la Naturaleza, por el sacrificio de sangre y por la historia, límites amenazados por el enemigo con la invasión y con las promesas a los Gobiernos refugiados en Londres. Otro fin esencial consistirá en hacer reconocer la necesidad de los espacios vitales indispensables para un pueblo de 45 millones de habitantes, situados en un área insuficiente para nutrirle.
Tal política se adoptará, además, para la realización de una comunidad europea, con la federación de todas las naciones que acepten los siguientes principios fundamentales:
a) Eliminación de las seculares intrigas británicas en nuestro Continente.
b) Abolición del sistema capitalista interior y lucha contra las plutocracias.
c) Valorización, en beneficio de los pueblos europeos y de los autóctonos, de los recursos naturales de África, respetando absolutamente aquellos pueblos, especialmente los musulmanes, que, como Egipto, se encuentran ya civil y nacionalmente organizados.
En materia social:
9. La base y objeto primordial de la República Social es el trabajo manual, técnico e intelectual en todas sus manifestaciones.
10. La propiedad privada, fruto del trabajo y del ahorro individual, integración de la personalidad humana, está garantizada por el Estado. Sin embargo, no puede convertirse en desintegradora de la personalidad física y moral de los demás hombres, disfrutando de los beneficios de su trabajo.
11. Dentro de la economía nacional, todo aquello que por sus dimensiones o funciones rebase los límites particulares para entrar en la esfera del interés nacional, cae dentro de la intervención del Estado.
Los servicios públicos, y por consiguiente la producción de guerra, deben ser regidos por el Estado por medio de Entidades paraestatales.
12. En toda empresa (industrial, privada, paraestatal y estatal), las representaciones de técnicos y operarios cooperarán íntimamente, por medio del conocimiento directo de su gestión, en la tarea de fijar salarios equitativos, así como en la justa distribución de las ganancias entre el fondo de reserva, beneficio al capital accionista y participación de los obreros en dichas ganancias.
En algunas empresas, esto podrá implantarse concediendo más amplias prerrogativas a las actuales Comisiones de fábrica. En otros casos, sustituyendo los Consejos de Administración por Consejos de empresa compuestos de técnicos y operarios y de un representante del Estado. Finalmente, también puede efectuarse mediante una cooperativa parasindical.
13. En la agricultura, la iniciativa privada será limitada por la falta de iniciativa. Las tierras incultas y las propiedades mal administradas puede ser expropiadas e incluso parceladas y entregadas a braceros en calidad de cultivadores directos, o convertirse en propiedades cooperativas, parasindicales o para estatales, según aconsejan las necesidades de la economía agrícola.
Todo está ya previsto por las leyes vigentes, a cuyo cumplimiento el Partido y las organizaciones sindicales deben prestar el impulso necesario.
14. A los cultivadores directos, a los artesanos, a los profesionales y a los artistas, se les reconoce el pleno derecho de explotar las propias actividades de producción, ya sea individualmente, ya por familias o grupos, salvo la obligación de entregar la cantidad de productos establecidos por la ley y someter a control las tarifas de prestaciones.
15. La casa no sólo es un derecho de propiedad, sino un derecho a la propiedad. El Partido incluye en su programa la creación de una Institución Nacional de la vivienda para el pueblo, la cual, absorbiendo el Instituto existente y ampliando hasta el máximo su acción, procurará facilitar la propiedad de casas a las familias de trabajadores de cualquier categoría, ya sea mediante la construcción directa de nuevas viviendas, ya por el gradual rescate de las existentes. Se tiene el propósito de dejar bien sentado el principio general de que el arrendamiento –una vez reembolsado el capital y pagado el justo rédito– constituya título de adquisición.
Como primordial obligación, el Instituto resolverá los problemas que se deriven de las destrucciones ocasionadas por la guerra, incautándose y distribuyendo locales deshabitados y construcciones provisionales.
16. El trabajador figurará inscripto con todos los derechos en el sindicato de su especialidad, sin que esto le impida pasar a otro siempre que esté en posesión de los requisitos previstos. Los sindicatos convergen en una única Confederación en la que están comprendidos todos los trabajadores, técnicos y profesionales, con exclusión de los propietarios que no sean dirigentes o técnicos. Se denomina Confederación General del Trabajo, de la Técnica y de las Artes.
Los empleados en las empresas industriales del Estado y en los servicios públicos se constituirán en sindicatos como los demás trabajadores. Se declaran vigentes todas las previsiones sociales instituídas por el Régimen fascista durante los últimos veinte años. La Carta del Trabajo constituye, en la letra, su consagración, y en el espíritu, su punto de partida hacia una vida futura.
17. En las presentes circunstancias, el Partido estima inaplazable un reajuste de salarios para los trabajadores, mediante la adopción de mínimos nacionales e inmediatas revisiones locales, sobre todo para los pequeños empleados tanto estatales como privados. Al objeto de evitar que tales medidas no resulten ineficaces y, a la postre, perjudiciales para todos, se procurará, por mediación de economatos, con la amplia ayuda de la “Previsión” y con la incautación de negocios incursos en infracciones pasados a la gestión paraestatal o de las cooperativas, que se pueda pagar en víveres a precio de tasa una parte del salario. Sólo así se logrará la estabilización de los precios y de la moneda y el saneamiento del mercado. En cuanto al mercado negro, se pide que los especuladores, al igual que los traidores y los derrotistas, caigan bajo la jurisdicción de los Tribunales extraordinarios y puedan ser condenados a muerte.
18. Con este preámbulo para la Asamblea Constituyente, el Partido demuestra, no sólo que va hacia el pueblo, sino que está con el pueblo.
Por su parte, el pueblo italiano debe percatarse de que existe un único medio para defender sus conquistas de ayer, hoy y mañana: rechazar la esclavizante invasión de las plutocracias angloamericanas, cuyo objeto es acentuar por todos los medios la angustiosa y mísera vida de los italianos. Hay un solo camino para alcanzar todas las metas sociales: combatir, trabajar, vencer.