El 13-1-1944, el Consejo de Ministros había aprobado una “premisa fundamental para la creación de la nueva estructura de la economía italiana”, en la que se daba una decisiva importancia a la intervención del Estado en la economía, a la vez que se reconocía al trabajo una posición privilegiada con derechos y responsabilidades nunca logrados antes. La “premisa” fue presentada por Mussolini.
En ella se hallan los fundamentos del Decreto Ley de la socialización.
En el Consejo de ministros del día 12-2-1944 fue aprobado el decreto ley de la “socialización”, cuyos objetivos son:
“1) Acompañar la acción de las armas con el afianzamiento de la idea política;
2) reivindicar la concepción mussoliniana hacia una más alta justicia social, hacia una distribución de la riqueza más equitativa y hacia la participación del trabajo en la vida del Estado;
3) regularizar la situación interior, en lo tocante a las relaciones entre el capital y el trabajo, otorgando a cada factor de la producción los derechos, deberes y responsabilidades correspondientes en consonancia con la vida misma del Estado;
4) valorizar plenamente la función social, la responsabilidad y la persona del dirigente de empresa con relación a la actividad productora de su organización y de las relaciones sociales en la vida de la empresa misma, basando en conceptos objetivos la valoración y los méritos de cada uno;
5) aumentar, a través de una bien organizada producción y normalización de la vida de la empresa, la capacidad productora de cada una de las secciones, creando el instrumento más eficiente posible para la solución de los problemas bélicos, con el propósito de contribuir, con el esfuerzo de la economía italiana, al del Eje y del mañana postbélico;
6) contraponer a la concepción comunista que se resuelve en un capitalismo de Estado, en el que cada uno de los factores de la producción carece de derechos de representación y de participación en la vida del Estado, el concepto fascista y nacionalsocialista pretende llevar al capital y el trabajo a colaborar en la vida del Estado;
7) salvaguardar e incrementar la actividad privada dentro de la órbita de los principios sancionados por la Carta del Trabajo, antídoto del programa comunista por una parte, y del plutocrático por otra;
8) crear un orden nuevo que proporcione al pueblo la posibilidad de construir su propio mañana y conquistar su lugar en el plano internacional europeo después de la victoria del Eje”.